De seguro todos hemos pasado un pique de dimensiones astronómicas al esperar para el final de la comida un sabroso concón y llevarnos la sorpresa de que alguien, por haragán, le ha echado agua para poder fregar más facilmente el caldero.
Aquí les dejo una décima que resume ese ultramegahipersuperduper pique que se pasa.
ECHARLE AGUA AL CONCÓN
Todos debemos odiar
a ese ser tan detestable,
por demás desagrable
que en breve voy a nombrar.
Y es que preso debe estar
sin derecho a apelación
aquel que sin compasión
y sin un poco de tacto
cometa el horrendo acto
de echarle agua al concón.
Que lo busque la Interpol
la CIA, el FBI,
el Mossad y el DNI
por freco y abusador.
Que no vea la luz del sol
metido en una prisión
y que le pase el jabón
a un moreno caradura
por cometer la frecura
de echarle agua al concón.
Que no se le tenga pena,
que no explique su actitud
que le espere un ataúd
o mil años de condena.
Que el dañar cosa tan buena
no resiste explicación
y hay que darle un encerrón
a aquel que en plena consciencia
ejecute la imprudencia
de echarle agua al concón.
Por AfuegoAlto
Maria FAdorno
octubre 28, 2020 at 9:33 pmJA JA JA. SIEMPRE LE PASA AL QUE DEJA EL CONCON PARA LO ULTIMO, POR ESO ME ACOSTUMBRE A COMERMELO PRIMERO.